La casa de los hilos rotos by Angélica Morales

autor:Angélica Morales [Morales, Angélica]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-03-01T00:00:00+00:00

Otti

1930

El cielo de Berlín alumbraba estrellas pálidas aquella noche. Otti fumaba sentada en el alféizar de la ventana. Últimamente le costaba conciliar el sueño. Las cosas en la escuela no andaban demasiado bien; el giro hacia la izquierda que pretendía darle Hannes Meyer no contaba con la aprobación de los políticos que gobernaban Dessau, en cuyas filas militaban cada vez más simpatizantes nazis. La Bauhaus se estaba convirtiendo en una molestia y tanto los profesores como los alumnos andaban revueltos, como si algo terrible fuese a ocurrir de un momento a otro. Otti había intentado hablar del asunto con Hilb, pero el arquitecto siempre se las ingeniaba para esquivarla, tal vez porque no quería generarle más preocupaciones. Mientras, ella se sentía cada vez más nerviosa y, en noches como esas, cuando alguien alzaba sus párpados con hilos de plomo, era mejor armarse de paciencia, entretenerse con cualquier nadería, mirar el cielo y, por ejemplo, contar edificios o coleccionar colillas en una taza de té desportillada.

El apartamento de Hilb era impersonal. Podría decirse que en realidad se trataba de un despacho que incluía cama, baño y una cocina diminuta. En cuanto disponían de tiempo libre, los dos viajaban hasta Berlín y pasaban unos días encerrados en aquel orden tan estricto que a Otti la llenaba de exasperación. Para darle un poco de vida al lugar, había confeccionado unas cortinas al más puro estilo Bauhaus: colores vivos, composiciones geométricas, mezcla de materiales, lana, metal, plástico, una fiesta para los sentidos.

Las había colgado esa misma tarde, mientras Hilb contemplaba su trabajo desde la distancia. Su gesto había permanecido inalterable, pero Otti lo conocía bien y sabía que tras el cristal de sus gafas sus ojos sonreían. Si alguien admiraba sus obras, ese era sin duda Ludwig Hilberseimer. Abrieron una botella de vino y el arquitecto brindó por el hermoso caos que Otti había traído a su vida. Eso le dijo antes de desnudarla, despacio, como si la noche fuese un animal blanco que no tuviese fin.

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